Los perros labradores son una raza muy popular y querida por su inteligencia, lealtad, cariño y sociabilidad. Sin embargo, algunos labradores pueden presentar problemas de comportamiento que dificultan su convivencia y su bienestar. Estos problemas pueden tener diversas causas, como una falta de socialización, una mala educación, un exceso o una falta de ejercicio, un estrés ambiental o una enfermedad física o mental. Sea cual sea el caso, es importante identificar el origen del problema y buscar una solución adecuada. A continuación, te damos algunos consejos para educar a un perro labrador con problemas.
Identifica el problema
El primer paso para educar a un perro labrador con problemas es identificar qué tipo de problema tiene y cuál es su causa. Algunos de los problemas más comunes que pueden afectar a los labradores son:
- La ansiedad por separación: se produce cuando el perro se siente angustiado al quedarse solo en casa o al separarse de su dueño. Puede manifestarse con ladridos, llantos, destrozos, escapadas o autolesiones.
- La agresividad: se trata de una conducta defensiva o ofensiva que el perro muestra ante determinadas situaciones, personas o animales. Puede ser por miedo, por dominancia, por territorialidad, por protección de recursos o por dolor.
- La hiperactividad: se refiere a un estado de excitación constante que impide al perro relajarse y concentrarse. Puede deberse a una falta de ejercicio, a una estimulación excesiva, a una alimentación inadecuada o a un trastorno genético.
- El aburrimiento: se produce cuando el perro no tiene suficientes actividades que le mantengan ocupado y entretenido. Puede provocar conductas destructivas, ladridos, mordeduras o depresión.
Para identificar el problema, es conveniente observar al perro y analizar su entorno, su historia, su rutina, su alimentación y su salud. También es recomendable consultar con un veterinario o un etólogo para descartar posibles causas médicas o psicológicas.
Busca una solución
Una vez identificado el problema y su causa, el siguiente paso es buscar una solución adecuada. La solución dependerá del tipo de problema, de su gravedad y de las características del perro. Algunas de las soluciones más habituales son:
- El refuerzo positivo: consiste en premiar al perro con caricias, elogios o golosinas cada vez que hace algo bien o muestra una conducta deseada. Así, el perro asociará esa conducta con algo agradable y la repetirá más a menudo. Por el contrario, se debe ignorar o corregir de forma suave y firme las conductas indeseadas, sin recurrir al castigo físico o verbal, que solo generará miedo o rencor.
- El entrenamiento con clicker: es una técnica de refuerzo positivo que usa un dispositivo que emite un sonido (click) para marcar el momento exacto en que el perro hace algo bien. El click se acompaña de un premio, de modo que el perro aprende a asociar el sonido con la recompensa. El clicker permite enseñar al perro órdenes, trucos o conductas alternativas a las problemáticas.
- La socialización: es el proceso por el que el perro aprende a relacionarse con otros perros, personas y estímulos de forma positiva y equilibrada. La socialización debe empezar desde que el perro es cachorro, pero también se puede trabajar con perros adultos que tengan problemas de miedo, agresividad o timidez. Para socializar al perro, se debe exponerlo a diferentes situaciones, lugares, sonidos y estímulos de forma gradual y positiva, respetando su ritmo y sus necesidades.
- El ejercicio físico y mental: es fundamental para que el perro libere su energía, se mantenga sano y prevenga el sobrepeso, el estrés o el aburrimiento. El ejercicio debe ser adecuado a la edad, el tamaño y el estado de salud del perro, y debe ser divertido y variado. Se puede ofrecer al perro juegos interactivos, juguetes inteligentes, paseos largos, carreras, natación o agility.
- La consulta profesional: en algunos casos, el problema puede ser tan grave o complejo que requiera la intervención de un profesional cualificado, como un veterinario, un etólogo o un adiestrador. Estos profesionales podrán evaluar al perro, diagnosticar el problema, ofrecer un tratamiento adecuado y dar pautas al dueño para mejorar la situación.
Sé constante y paciente
Educar a un perro labrador con problemas requiere de constancia y paciencia. No esperes que tu perro cambie de la noche a la mañana, ni que sea perfecto en todo momento. Los perros labradores son muy inteligentes, pero también tienen su carácter y su personalidad. Por eso, debes ser comprensivo y flexible con tu perro, y adaptarte a sus necesidades y capacidades. Recuerda que tu perro te quiere y te respeta, y que solo necesita que le guíes y le apoyes en su aprendizaje.